Ha hecho vibrar de nuevo un gran pueblo glorioso.
El relámpago de todas las naciones: la Libertad;
De un corazón a otro, de torre en torre España adentro;
Propagándose el fuego de los cielos, al rojo
Blanco. Mi alma se ha sacudido el cadenal del tedio
y con ligeras plumas de un cantar plebeyo
Se ha revestido tan sublime y tan fuerte
Como aguilucho remontándose al alba hasta las nubes
y cerniéndose sobre su presa de costumbre;
Hasta que, desde un apostadero, en el Cielo de la fama
La vorágine del Espíritu lo rapta; y aquel rayo
Desde la más remota esfera en la llama del vivir,
Que pavimenta el vano de detrás, despídelo
Como espuma de un buque a toda marcha, cuando oyóse
Una voz de los abismos: «¡Quiero sentir lo mismo!».
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