La búsqueda de la unidad anarquista: la Federación Anarquista Ibérica antes de la II República


Jason Garner

   La creación de la Federación Anarquista Ibérica (FAI) en 1927 se produjo en el momento en que tanto el anarquismo como el sindicalismo estaban en crisis en España. La Confederación Nacional del Trabajo (CNT) apenas existía, habiendo sido prohibida en 1924, mientras la represión implacable que sufrieron con el dictador Primo de Rivera obligó al Comité de Relaciones Anarquistas a buscar refugio en Francia. España no era el único país europeo que había caído víctima de un gobierno autoritario durante ese período; a mediados de los años veinte Francia se había convertido en el centro de una gran comunidad de anarquistas y sindicalistas exiliados procedentes de toda Europa. A pesar de no sufrir la represión de sus compañeros, el movimiento anarquista francés estaba en declive, debilitado por las divisiones internas y su alejamiento del movimiento de las clases trabajadoras. A mediados de la década de los años veinte, hubo varios intentos de reorganizar y revitalizar en Francia el movimiento anarquista. Esos intentos fueron seguidos con interés por la prensa de los anarquistas españoles exiliados, y fueron parejos al fracaso por parte de los exiliados a la hora de organizar una fuerza efectiva capaz de expulsar al dictador español, preparando la base para la formación de la FAI. En España, la principal causa de discordia con el movimiento libertario en su conjunto era el debate sobre las relaciones entre anarquismo y sindicalismo o, a partir de 1927, entre la FAI y la CNT. Esta relación ha sido objeto de numerosas investigaciones, especialmente en relación con la ruptura provocada por las disputas ideológicas de la II República (1931-1936). Sin embargo, se ha prestado muy poca atención a los primeros años de la FAI, antes de la II República, o incluso a la visión internacional sobre la necesidad de una unidad anarquista. Este es el aspecto que quiero tratar.
Antes de ese período, es decir, entre 1926 y 1930, los principales factores que se combinaban para debilitar al movimiento libertario (tanto anarquismo como sindicalismo revolucionario) en España, se pueden resumir del modo siguiente:

1. Vuelco económico y agotamiento revolucionario.

a) El boom económico de posguerra tuvo corta vida. A medida que el trabajo escaseaba, los trabajadores seleccionaban su fuerza de trabajo, su militancia sindical, etc.

b) Internacionalmente, el fervor revolucionario creado por la Revolución de Octubre en Rusia se fue diluyendo gradualmente, seguido de la represión de las revueltas en Alemania y Hungría y del fracaso del avance de Rusia en Polonia, así como los informes sobre la naturaleza dictatorial del comunismo ruso, en particular del levantamiento de Kronstadt.

2. La represión del Estado fue resultado de la recuperación de la fuerza y confianza del Estado y los patronos.

a) Desde finales de 1919, tanto el Estado como los patronos recuperaron la confianza en su habilidad para controlar a las clases obreras organizadas y, por tanto, lanzaron una   violenta campaña para aplastar los sindicatos y recuperar el terreno perdido en años anteriores.

3. La política de los bolcheviques/comunistas.

a) La política de la Comintern de subyugación del movimiento obrero a favor de los caprichos del Partido Comunista y su deseo de reforzar esa línea rígida en todos los partidos comunistas de Europa ha tenido un desastroso impacto en el movimiento revolucionario español, y especialmente en la CNT. No sólo ha dado lugar a divisiones dentro de la clase trabajadora, sino también desconfianza mutua entre comunistas y sindicalistas revolucionarios. ¡Hasta tal punto que en 1922 y 1923 el principal conflicto de la CNT parecía radicar en si estar con los comunistas mejor que con el Estado o los empresarios! En 1922, la CNT se retiró de la Internacional Sindical Roja (ISR) establecida en Moscú por la Comintern, porque no sería independiente de la interferencia política del Partido Comunista. La política de la Comintern de “infiltración”, en la que los miembros del Partido tratarían gradualmente de hacerse con el control de los sindicatos, creó una atmósfera de desconfianza dentro del movimiento, y dio lugar a que se exigiera la expulsión de los comunistas.

b) Una reacción en cadena de esto fue que surgió la división entre los sindicalistas revolucionarios y los anarquistas, pues éstos querían aumentar su influencia en los sindicatos a la vez que mantenían a los comunistas al margen. Esto fue en contra del objetivo de unidad del sindicalismo, junto al desprecio de la clase obrera hacia las convicciones políticas, al mantener la política al margen de la cuestión sindical.
4. Conflictos internos.

a) Además de los problemas provocados por los comunistas (más específicamente por los comunistas sindicalistas asociados con Maurín y con Nin) había una serie de factores que causaban tensiones dentro del movimiento.

I. Las diferentes interpretaciones de las causas del fracaso del movimiento revolucionario o más bien del movimiento de huelga para mejorar la situación de la clase obrera.

II. El uso de la violencia, al margen de lo aceptado por la política de la acción directa, adoptado durante el “pistolerismo” de los años anteriores.

b) Los debates sobre si la revolución era una posibilidad inmediata o si era necesario fortalecer la organización primero y, por tanto, aceptar un periodo de alto el fuego en el conflicto social con el Estado y las organizaciones de empresarios. La cuestión seguiría siendo crucial en las divisiones internas que frustrarían a la CNT en los comienzos de la Guerra Civil.

Estos factores están bien documentados por los historiadores y hay que contar con el hecho de que los debates y dudas sobre el sindicalismo han existido en el movimiento anarquista desde el nacimiento de la CNT. Sin embargo, dado que la CNT fue prohibida casi inmediatamente después de su primer Congreso oficial en 1911, después de su relanzamiento en 1915 se vio enseguida consumida en la agitación revolucionaria y su consiguiente represión violenta, la atención se centró en la acción más que en las ideas. Solo en 1922, cuando un momentáneo descenso de la represión permitió a la CNT reagruparse y comenzar a reorganizar sus fuerzas, se reflejó hasta qué punto salían a la luz las dudas sobre el sindicalismo.

Para los anarquistas radicales, la CNT estaba para llevar a cabo la revolución. Era un medio para un fin, y ese fin era el anarquismo. Achacaban el fracaso del movimiento revolucionario de 1917-1919 a la falta de espíritu revolucionario entre los trabajadores, lo que dio como resultado la preocupación por parte de los sindicalistas por los aspectos   económicos y no por los ideológicos. Como su objetivo era el anarquismo, la CNT, pensaban, debería tratar de instilar el espíritu anarquista en los trabajadores. Por tanto, tan pronto como lo permitieran las circunstancias, los anarquistas radicales tratarían de tener un papel más activo en los asuntos sindicales. El resultado fue un incremento de la interferencia anarquista en las cuestiones sindicales durante la huelga de transportes en Barcelona en 1923, que fue uno de los principales factores que precipitaron la toma militar del poder en septiembre de ese mismo año. Sin embargo, en ese momento anterior al golpe militar de Primo de Rivera, los radicales sólo sugerían que los anarquistas tuvieran un papel más activo en la CNT, siguiendo un camino más inmediatamente revolucionario. Tras el golpe, irritados por los intentos de los moderados (sindicalistas) de encontrar una vía de coexistencia dentro de los límites de las leyes laborales establecidas por la dictadura militar, que incluían la supresión de los principios de acción directa y un aparente rechazo del legado anarquista, así como abrir las puertas al comunismo, las objeciones de los anarquistas radicales evolucionaron hacia el apoyo a un sindicalismo revolucionario alternativo, el Movimiento Obrero Anarquista (MOA).

El MOA fue idea de dos españoles exiliados en Argentina, Emilio López Arango y Diego Abad de Santillán, que habían sido destacados miembros de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA). En lugar de organizaciones sindicales, proponían que los anarquistas crearan “Una organización del trabajo anarquista (…) El anarquismo como inspirador y organizador de la minoría revolucionaria del proletariado y como oponente y crítico del reformismo o del autoritarismo. La depuración en el anarquismo de toda secuela del marxismo que había prevalecido desde sus orígenes o había sido introducido por el sindicalismo. La abolición de todos los dogmas económicos que representaban una forma de legislación preliminar del futuro, y la concepción del anarquismo como una doctrina del origen de la clase trabajadora y no como un descubrimiento científico y el monopolio de los filósofos”1. Como principal víctima del sistema actual, el proletariado debería ser el vehículo para la transformación social mediante su organización en un verdadero movimiento obrero revolucionario que no estuviera cegado por el reduccionismo económico al que había llegado el sindicalismo derivado del marxismo. Las ideas tenían que dominar en los sindicatos con el fin de asegurar que los trabajadores desarrollaran la solidaridad y el fervor revolucionario necesario para derribar el capitalismo. Para Santillán y López Arango, la calidad de los militantes era más importante que la cantidad. En España, el MOA fue apoyado por secciones radicales del movimiento anarquista cuya posición encontró su voz con la aparición del periódico El Productor (1925-1926). El Productor no proponía que la adhesión a la CNT estuviera abierta sólo a los anarquistas militantes, sino a todos los trabajadores que dentro de la Confederación pudieran compartir el objetivo final, la victoria del comunismo libertario, y que en las actuaciones diarias del movimiento reflejaran ese objetivo tanto en su táctica como en su estructura. El periódico abogaba por un movimiento guiado por los principios del anarquismo, y no simplemente como respuesta al materialismo económico del sindicalismo, aunque eso no significaba que no pudieran llevar a cabo campañas y huelgas en pro del beneficio material2. Los debates en torno al MOA tuvieron lugar en un momento de forzosa inactividad sindical, y no se puede saber con exactitud cómo operaba una organización de ese tipo, o, lo que es más importante, cómo podría atraer a los que no fueran anarquistas a sus filas.

Ese fue precisamente el problema con el MOA, explicado con absoluta claridad por el anarquista italiano Errico Malatesta. En una carta a El Productor destaca que “un movimiento obrero con objetivos anarquistas no es lo mismo que un movimiento obrero anarquista”3. La razón por la que los anarquistas se implican en el movimiento obrero es debida a “las oportunidades que ofrece para la propaganda y la preparación para el futuro, e incluso este objetivo si trabajamos únicamente con gente de nuestras ideas”4. El problema que se plantea a los anarquistas es cómo asegurarse de que el movimiento obrero logra su máximo potencial en términos de fuerza y unidad a la vez que mantiene su espíritu revolucionario. Para Malatesta, la misión global de los anarquistas en el movimiento obrero debe ser: “evitar que los sindicatos se conviertan en herramientas de los políticos (…) preconizar y practicar la acción directa, la descentralización, la autonomía y la libre iniciativa (…) y procurar ayudar a que los afiliados aprendan a participar directamente en la vida de la organización, y a hacerlo sin líderes ni dirigentes oficiales”5. Si los anarquistas actúan siguiendo esas líneas, concluye Malatesta, mantendrán sus vínculos con la clase obrera y por tanto estarán involucrados en cualquier futuro movimiento revolucionario europeo, y asegurarán que los sindicatos no caigan bajo el control de otras fuerzas políticas, como la reformista o la bolchevique, mientras que, al mismo tiempo, el anarquismo permanecerá como una fuerza activa y vibrante, y no simplemente como un movimiento ideológico6.

El MOA solo contribuiría a dividir y debilitar el movimiento sindical, dejando a la mayor parte de la clase obrera, la sección no anarquista, a merced de los comunistas y socialistas. Como consecuencia de ello, también se debilitó seriamente el movimiento anarquista, dejando una retaguardia de revolucionarios entregados completamente desgajada del único movimiento revolucionario con capacidad para desafiar al Estado, la clase trabajadora. En resumen, el MOA, más que liberar al anarquismo de ser un simple “monopolio de los filósofos”, lo condenó a serlo. Limitado a los anarquistas, el MOA se limitaba en realidad a predicar a los ya convertidos. Una conclusión a la posición de Malatesta fue que, si los anarquistas esperaban defender sus ideales y mantener su pureza de visión respecto al materialismo y a la burocracia inherentes a su implicación en los sindicatos, necesitaban su propia organización independiente al margen de los sindicatos, donde pudieran desarrollar y debatir sus propias ideas específicas, como la Unión Anarquista Italiana, formada en 1920.

La crítica de Malatesta al MOA fue aprobada por el Comité Español de Relaciones Anarquistas en un manifiesto publicado hacia mediados de 1924 7. Un manifiesto posterior, publicado a fines de ese mismo año, parecía casi parafrasear las opiniones del italiano: “Es vital que el sindicalismo se desarrolle y actúe, respecto a nosotros, del mismo modo y con la misma independencia que nosotros, como organización, tenemos en relación con él. Es necesario no confundir un ideal que es eminentemente humano con una idea que simplemente se relaciona con la clase social”8. El manifiesto continúa diciendo que la CNT era una organización de clase que actuaba dentro del marco económico del sistema capitalista, y la organización anarquista es una organización “política” con un espectro más amplio que el limitado al campo de la economía. Esa era la posición, y no las de los seguidores del MOA, que triunfó en el Congreso Anarquista Nacional celebrado clandestinamente en Barcelona en 1925 9. Más adelante, hacia finales de 1925, el Comité de Relaciones Anarquistas de la creciente comunidad de exiliados anarquistas españoles en Francia criticaría directamente la campaña de El Productor a favor del MOA, argumentando que “no era el momento adecuado para fútiles discusiones sobre teoría. No es el momento de divisiones, de resaltar nuestras diferencias y establecer una organización separada (…) Vayamos a donde está el proletariado. Si está en la CNT, no nos separemos de ella”10. El Comité de Relaciones Anarquistas en Francia insiste en que “apoyar a la CNT no significa seguir la vía hacia el reformismo ni el deseo de liderar las masas; como anarquistas, nuestra función en los sindicatos deber ser denunciar (…) todo intento de explotar la credulidad de las masas”. El lugar de los anarquistas está en los sindicatos, donde deberán tratar de asegurarse de que la Confederación no pierda de vista su objetivo final: el logro del comunismo libertario.

Los argumentos de Malatesta triunfaron, no sólo debido a su lógica sino también a la imperiosa necesidad de crear unidad. Por otra parte, el MOA sólo parecía reforzar la división. Un hecho intensificado por la existencia de dos organizaciones sindicales en Argentina, la FORA y la Unión Sindical Argentina, apoyada por la única organización nacional anarquista del país, la Alianza Libertaria Argentina, y la virulencia que caracterizó a sus relaciones. Además, los militantes de la FORA a menudo recurrían a calumniar abiertamente cuando criticaban a su oponente, tanto en Argentina como en el extranjero, como pone en evidencia no sólo la prensa sino también el Congreso de Amsterdam de la AIT en 1925, cuyo desarrollo casi tuvo que pararse debido a la violenta naturaleza de las acusaciones de Abad de Santillán contra el liderazgo de la CNT. Semejante comportamiento difícilmente podía conducir a la crear la unidad dentro del movimiento libertario, lo que era de primera necesidad en ese momento.

Hacia mediados de los años veinte, el movimiento libertario estaba en crisis. Las dictaduras de España, Italia y, a partir de 1926, Portugal, habían obligado a los militantes de esos países a buscar refugio en el extranjero. La mayor parte se dirigieron a París, donde podrían encontrarse con otros exiliados huidos de la represión de Europa del Este. En Francia, a pesar del mejor clima político, el movimiento nacional libertario estaba en un estado deplorable. Tanto la Confederación General del Trabajo (CGT) como la Confederación General del Trabajo Unitaria (CGTU, creada en 1922 por militantes opuestos a la línea moderada adoptada por la CGT) reivindicaban representar al sindicalismo revolucionario, y ambas estaban bajo la influencia de organizaciones políticas, la primera del socialismo y la segunda del comunismo. Los anarquistas franceses parecían haber perdido el interés en el movimiento sindical, y sólo actuaban para crear una organización sindical independiente, la Confederación General del Trabajo Sindicalista Revolucionaria, en 1926, ante las presiones de la AIT y de los exiliados españoles e italianos. Disfrutando de una situación destacada en la CGTU (aunque por un período limitado), hacia 1926 la influencia anarquista en el movimiento obrero había disminuido hasta tal extremo que la CGTSR apenas tenía 5.000 afiliados. El resultado fue que el anarquismo en Francia era una actividad minoritaria, que había perdido el contacto con las masas, y corría el peligro de reducirse a un tema de conversación de café. Curiosamente, el primer intento de evitar el declive del anarquismo en Francia y crear un movimiento fuerte y unido procede de un grupo de rusos exiliados.

En París, en junio de 1926, el grupo anarquista “Dielo Trouda” (Causa de los Trabajadores), compuesto de exiliados rusos y polacos (incluyendo Nestor Majnó) publicó un folleto sobre el futuro del movimiento anarquista titulado “La plataforma organizativa de la Unión General de Anarquistas”. La Plataforma fue quizás el intento más significativo fuera de España de revigorizar el movimiento anarquista. Representó una respuesta adecuada a los defectos de los anarquistas en Rusia durante y después de la Revolución de Octubre, cuando el divisionismo y la confusión de muchos libertarios, con el conflicto de los exiliados rusos, los puso en manos de los bolcheviques. Para evitar que se repitiera eso, la Plataforma propuso que los anarquistas crearan una potente organización, unificada en torno a un programa rígido:

“La contradicción entre la sustancia positiva e indiscutible de las ideas libertarias, y el miserable estado en que vegeta el movimiento anarquista, tiene su explicación en una serie de causas, de las cuales la más importante, la principal, es la ausencia de principios organizativos y de prácticas en el movimiento anarquista (…) Es tiempo para el anarquismo de abandonar el pantano de desorganización, de acabar con las vacilaciones sin fin respecto a las cuestiones de táctica y de teoría más importantes, hacia un objetivo más claramente reconocible y resolutivo, y actuar con una práctica colectiva organizada”11.

El único medio de superar la falta de unidad era la aceptación del principio de responsabilidad colectiva y la creación de una Unión General de Anarquistas que estuviera basada en “posturas precisas; teóricas, tácticas y organizativas, es decir, la base más o menos perfecta de un programa homogéneo”.

Majnó esbozó las ideas básicas de la Plataforma en el Congreso Nacional de la Unión Anarquista Francesa (UAF) celebrado en Orleáns en julio de 1926, explicando que la principal razón para el fracaso de los anarquistas durante la Revolución rusa fue su falta de organización. A los largo de los años siguientes, la Plataforma se fue haciendo cada vez más popular, y en el Congreso de París del 30 de octubre al 1 de noviembre de 1927, los plataformistas se hicieron con el control de la UAF, cambiando su nombre por el de Unión Anarquista Comunista Revolucionaria (UACR) para reflejar el cambio hecho en sus “estatutos y reglas” con el fin de incorporar los principios de la Plataforma.
Transmitiendo su programa a los anarquistas rusos y franceses, los plataformistas esperaban lograr el apoyo internacional. Organizaron una conferencia internacional, que se celebró el 12 de febrero de 1927 en París. Se trató sencillamente de un mitin preliminar, con el objetivo de crear un comité que asumiera la tarea de organizar un congreso anarquista internacional para debatir sobre la Plataforma. Entre ellos estaban Orobón Fernández, Eusebio Carbó y Agustín Gibanel. Carbó criticó el concepto de basar un congreso anarquista internacional en un programa estricto, pues en su opinión era “imposible construir un sindicato anarquista basándose en una capilla”12. Más adelante, argumentaría que, como la mayoría de los presentes eran individualidades y no   representantes de organizaciones, no sería adecuado hablar de comité internacional. No obstante, se estableció un comité de tres miembros para organizar un congreso internacional encargado de debatir sobre la Plataforma13.

El congreso internacional se celebró en Bourg-la-Reine (París) el 20 de marzo de 1927, con Orobón Fernández y Gibanel de nuevo junto con Bruno Carreras, que sustituía a Carbó. Llegaron más delegados de Francia, Rusia, Polonia, Bulgaria, China e Italia14. Los rusos establecieron cinco puntos para su debate en el mitin:

1. Reconocimiento de la lucha de clases como el factor más importante del sistema anarquista.

2. Reconocimiento del anarco-comunismo como base del movimiento.

3. Reconocimiento del sindicalismo como uno de los principales métodos de la lucha anarco-comunista.

4. Necesidad de un “Sindicato General de Anarquistas” basado en la unidad ideológica y táctica, y en la responsabilidad colectiva.

5. Necesidad de un programa positivo para llevar a cabo la revolución social.

El italiano Luigi Fabbri objetó inmediatamente la primera propuesta y sugirió cambiarla por “Reconocimiento de la lucha de todos los oprimidos y explotados contra la autoridad del Estado y del Capital como el factor más importante del sistema anarquista”. De hecho, la delegación italiana, con el apoyo de los delegados españoles y   franceses, llevó adelante una total modificación de las propuestas rusas. El punto 1 hubo de modificarse tal como indicara Fabbri; el punto 2 se mantuvo tal cual, pero el resto quedó como sigue:

3. Reconocimiento de la lucha laboral y sindical como uno de los medios más importantes de la acción revolucionaria anarquista.

4. Necesidad en cada país de un sindicato de anarquistas lo más general posible, con el mismo objetivo y las mismas tácticas, así como con responsabilidad colectiva.

5. Necesidad de un programa positivo de acción de los anarquistas en la revolución social.

Las modificaciones representaban un reconocimiento de la rica diversidad del movimiento anarquista, tanto en lo ideológico como en lo táctico, y la aceptación de la necesidad de una mayor coordinación entre los grupos nacionales. Cuando apenas comenzaba la discusión de estos puntos, irrumpió la policía y detuvo a todos lo que estaban allí.
En abril, el comité estableció una nueva serie de propuestas para su discusión. Sin embargo no tuvieron en cuenta los debates de marzo y se limitaron a repetir las propuestas originales del comité del congreso de marzo. Eso llevó a los italianos a rechazar el proyecto, porque consideraron que era “de un espíritu muy diferente al de la UAI”. El rechazo italiano fue seguido por otros y, según Ugo Fedeli (que también acudió al Congreso), “la idea de crear una Internacional Anarquista basada en los principios de la Plataforma quedó nada más que en una idea” y no hubo más contactos entre las organizaciones internacionales al respecto15.

Aunque la Plataforma disfrutó de un discreto apoyo por parte de los exiliados españoles en Francia, especialmente a través de la revista Prismas y, de modo individual, con Agustín Gibanel, editor de Tiempos nuevos, apenas tuvo impacto en España16. La escasez de apoyo puede parecer sorprendente, dado el compromiso con el logro del anarco-comunismo que existía en los medios sindicales. Sin embargo, la concentración en la lucha de clases por encima de eso, y el resultante reduccionismo de la heterogénea naturaleza del anarquismo dentro de un programa limitado no encontró eco tampoco entre los defensores del anarcosindicalismo o del MOA.

Las razones para el rechazo de la Plataforma en España han sido resumidas por Miguel Jiménez, que no sólo fue unos de los principales defensores del MOA sino también secretario del Comité Nacional de Relaciones Anarquistas, y miembro fundador de la FAI. Jiménez evitó ahondar demasiado en sus críticas hacia la naturaleza abiertamente marxista de algunas partes de la Plataforma, limitándose a aludir a la crítica de Santillán en La Protesta, que afirmaba que los rusos no habían sido el único grupo responsable de permitir la infiltración de las ideas marxistas, lo que iba claramente dirigido a los sindicalistas de España17. Jiménez aceptó que la Plataforma había sido un intento encomiable de resolver el eterno problema de la desunión dentro de las filas anarquistas, pero consideraba que el programa ruso tenía sus defectos. La Plataforma se basaba en una premisa errónea sobre la naturaleza de las tendencias dentro del movimiento anarquista: dividía a los anarquistas en dos grupos diferentes, individualistas y comunistas, y con ello rechazaba la influencia de los primeros y proponía la unificación del movimiento anarquista en torno a la ideas de los segundos. Jiménez afirmaba que la realidad era mucho más compleja: esas diferentes tendencias dentro del movimiento anarquista no eran contradictorias ni excluyentes. Por ejemplo, era posible encontrar elementos en ambos grupos que apoyaran las tácticas del anarcosindicalismo. Por tanto, rechazaba el principal argumento de los plataformistas según el cual las diferentes tendencias se excluían entre sí18. Las diferencias de opinión   existían, como es inherente en cualquier ideología basada en la libertad, pero eso no significaba que el movimiento estuviera dividido:

“Creemos que el anarquismo es uno (unificado) y sostenemos que gran parte de la oposición a este respecto sobre las tendencias que se han organizado por separado no representa nada más que simples diferencias de opinión (…) [Estas tendencias] benefician y enriquecen al anarquismo si van juntas en lugar de contribuir como causa de desunión19.

Más que basar una organización en torno a una tendencia ideológica específica, Jiménez argumenta que sería preferible simplemente acoger a todos los miembros de organizaciones o individualidades que tengan diferentes puntos de vista. La ideología principal de esta organización sería la anarquía en general y no la de ninguna de las diferentes tendencias. La Plataforma no aceptaba la diversidad del movimiento anarquista que, según Jiménez, era su principal fuerza.

“No hay duda de que el proyecto ruso satisface plenamente a todos los que no aceptan la variedad, el arco iris de ideas de nuestro movimiento. Sin embargo, tampoco hay duda de que la Plataforma no sirve como medio de unificación del anarquismo y para hacer de él un movimiento de masas”20.

La unidad no se puede forzar en el movimiento libertario; el resultado sería el contrario al deseado. Al reducir el anarquismo a uno de los programas homogéneos que representan únicamente la opinión de una tendencia, la Plataforma sólo contribuirá a dividir aún más el movimiento. Para demostrar este punto, Jiménez alude a los acontecimientos de Francia, donde la Plataforma gozó de gran popularidad.

Tras la victoria de los plataformistas en el Congreso de París de 1929, una sección de los que consideraron que las ideas tradicionales del anarquismo estaban siendo atacadas se separó de la UACR para formar la Asociación de los Federalistas Anarquistas a comienzos de 192821. La principal figura de la AFA fue Sébastien Faure que, como respuesta a la Plataforma, expuso sus propuestas para un movimiento anarquista unificado en La síntesis anarquista, que apareció primero como un suplemento del informe de la AFA de febrero de 1928 titulado Le Trait d’Union Libertaire22. La síntesis era una idea bastante sencilla. Existían tres corrientes en el anarquismo: anarcosindicalismo, comunismo libertario y anarquismo individualista pero, lejos de oponerse entre sí, esas corrientes deberían, según Faure, “combinarse y constituir, en su mezcla (…) la síntesis anarquista”23. La combinación de esas tres corrientes a nivel local, regional, nacional o internacional dependerá de su fuerza en cada nivel. Así, donde el anarcosindicalismo tenga mayor fuerza dentro del movimiento anarquista, predominará esta idea (pero no dominará) sobre las otras, en una proporción adecuada a su mayoría24.

Debido a sus contactos e influencia con el movimiento del exilio español, la propuesta de Faure arraigó más en los círculos españoles que la Plataforma, y fue publicada en las prensas libertarias tanto en España como en Bélgica25. En esencia, Faure intentaba reunir a la familia anarquista sin imponer la rígida estructura que proponía la Plataforma, y en España se aceptó así. Opuesta a la situación de Francia, en España la influencia del anarquismo individualista no fue un motivo serio de ruptura. Aunque las ideas de ciertos individualistas como Han Ryner y Émile Armand tuvieron cierto impacto sobre el anarquismo español, afectaron sólo a aspectos como el sexo y el amor libre26.

El propio Armand argumentaba que, a pesar del valioso intento, la Síntesis no proporcionaba los medios para crear unidad. Los anarquistas no diferían en su objetivo final, sino en las tácticas para lograrlo; por tanto, era imposible fundir las diferentes tendencias en una organización compacta puesto que sus diferencias eran de naturaleza táctica cotidiana. Los anarquistas, pues, simplemente pretendían construir una “entente” entre las diferentes tendencias basada en la comprensión y la tolerancia: “consagración de la autonomía y de la independencia de cada obra, ninguna de ellas pretendiendo estar dotada de un privilegio de superioridad o autoridad sobre las otras”. Sin embargo, la entente parecía implicar algo más que un simple acuerdo entre las diferentes facciones al aceptar sus diferencias. No ofrecía sugerencias sobre cómo revitalizar el movimiento anarquista, y sólo parecía reflejar los intereses individualistas de una conversación de café. Si cada uno era “autónomo” e “independiente”, ¿cómo iba a construirse un movimiento anarquista sólido? ¿Cómo se iban a aceptar las decisiones y las acciones más significativas si no había debate? La entente no fue relevante en los debates entre anarquismo y sindicalismo y sí destacó la falta de influencia excepto en el terreno de la política sexual. El individualismo de Armand no llamó la atención de los exiliados españoles, aunque Federico Pizana (Federico Morales) fue un apoyo importante desde Béziers27.

Como hemos visto, las divisiones en los círculos anarquistas españoles se basaban sobre todo en la cuestión de la relación entre anarquismo y sindicalismo. Los intentos de promover la aceptación mutua de los diversos grupos anarquistas se centraron más claramente en la relación entre anarquismo y sindicalismo y, con el intento de la CNT de reorganización en enero de 1928, el llamamiento de Faure a la unidad fue entusiásticamente recibido por los militantes de ambas tendencias.

El editorial del periódico pro FAI Verbo nuevo, establecido en Bélgica, describe la Síntesis como “el documento más importante publicado en los últimos años”28. José Magriñá, otro de los principales defensores del MOA, era también optimista, pues veía el periódico Despertad, que acababa de salir en Vigo, como el “germen de la unidad entre los militantes libertarios de la CNT, la FAI y todas las demás tendencias anarquistas”29. Despertad afirmaba que la Síntesis debería “ser conocida por todos los compañeros españoles, excepto por la tendencia individualista, que en España tenía un apoyo muy limitado (…) los acontecimientos (las divisiones en el movimiento francés) parecen darse aquí con mayor intensidad”. Para evitarlo, el periódico prometía trabajar por la unidad: “el nombre de nuestro pensamiento, vinculado al espíritu del manifiesto de Faure, debe ser: Acuerdo Anarquista Libre: tolerancia y comprensión mutuas30.

Los anarquistas españoles no se proponían aplicar la Síntesis de Faure en España sino que únicamente apoyaron la idea básica de su obra: la unidad anarquista. La comprensión y tolerancia mutuas entre las diferentes tendencias era vital, no sólo para el   renacimiento del anarquismo en España, sino también para el relanzamiento de la CNT, que había comenzado a principios de 1928 y en la que, como sucediera durante la reorganización de 1916-1918, había una fuerte influencia anarquista. El apoyo a la Síntesis representaba asumir que se necesitaba un movimiento unido si la Confederación iba a suponer un desafío fuerte y eficaz al poder del Estado y los patronos. Sin embargo, desear la unidad y conseguirla eran dos cosas muy diferentes, y las buenas intenciones no serían suficientes para mantener la unidad cuando llegara el momento de discutir la logística de cualquier entendimiento.

Aunque los debates sobre la Plataforma, la Síntesis y la Entente se produjeron sobre todo en el movimiento anarquista francés, tuvieron un fuerte impacto en el movimiento anarquista en general, debido a la presencia de muchos exiliados en Francia. Mientras, en España la FAI había establecido una serie de reuniones clandestinas en Valencia en julio de 1927. Aunque era evidente la presencia de los defensores del MOA respecto a las decisiones tomadas en Valencia en relación con el movimiento obrero, la Conferencia no asumió directamente esa posición. Por encima de todo, el objetivo era crear unidad. La lucha laboral había de basarse en la unidad, pero no en el objetivo sindical de unidad de clases obreras, que se había visto imposible, sino en la “unidad anarquista”, es decir, que el movimiento obrero no debería tener sólo el anarquismo como objetivo final, sino que el movimiento anarquista habría de desempeñar un papel activo en su desarrollo31. La organización sindical, por tanto, debería estar ligada al movimiento anarquista, aunque nadie perdería su independencia. La Conferencia decidió que debería conseguirse esa unidad no uniéndose las organizaciones sindicales y las anarquistas, sino vinculándose a nivel local, regional y nacional mediante una serie de comités compuestos por un número igual de representantes tanto de los sindicatos como de los grupos anarquistas. Los comités se dividirían en comisiones de educación, propaganda, agitación social y otras áreas de igual interés en ambas organizaciones. La conferencia estuvo de acuerdo también en la formación de un Comité de Acción compuesto de miembros tanto de las organizaciones sindicales como de las anarquistas, que se encargaría de planificar y preparar la caída de la Dictadura. Esa estructura se denominó trabazón:

“La trabazón tiene dos objetivos (…) unir todas las organizaciones que sean similares en lo fundamental o que tengan un objetivo común, y dar forma (…) a un sindicato una vez que las organizaciones del movimiento libertarios se hayan materializado en una organización (…) La trabazón no crea una organización completamente nueva, sino que vincula las organizaciones emparentadas con el fin de llevar a cabo las actividades y resolver problemas de interés común. Están los Comités Generales, que son los órganos de la trabazón, designados con la intención de fusionar todas las organizaciones (…) cada organización, y sus partes componentes, deberá tener su propio lugar, sin intervenir o interferir unas en otras”32.

“La trabazón (…) sólo implica un acercamiento (…) una comprensión mutua con la organización [la CNT]. De ningún modo creemos que ese sea el medio más adecuado o práctico de llevar a cabo lo que denominamos Movimiento Obrero Anarquista”33.

La trabazón no era el MOA, pero trató de asegurar que se mantuviera una relación estrecha entre las organizaciones anarquistas y sindicales. Irónicamente era muy similar a la táctica adoptada por la Comintern para asegurar unas relaciones estrechas entre ella y la ISR. De hecho, en inglés la traducción de la política adoptada por los comunistas y luego adoptada por la FAI es la misma, vinculación orgánica. Así, diez años después de la Revolución rusa, con el fin de asegurarse su influencia en el movimiento revolucionario sindical, adoptó una táctica muy similar a la de los comunistas, que fue el motivo de que la CNT abandonara la ISR.

Sin duda, la trabazón no era un reflejo exacto del vínculo de la Comintern, pero las semejanzas son evidentes. Los anarquistas necesitaban vincularse al movimiento obrero para seguir siendo un movimiento revolucionario. Para ello necesitaban, por tanto, contener la influencia comunista en los sindicatos. Si eso significaba adoptar tácticas similares, se adoptarían. No obstante, la FAI no obligó a la CNT a aceptar la trabazón. Más bien confiaba en que la trabazón se ganara el apoyo de la CNT. Sin embargo, cuando, con excepciones en algunas áreas de intereses comunes, ese apoyo no se producía, la Federación no obligó a la CNT a aceptar, al menos durante los primeros años34.

Eso fue evidente en el intento de reorganizar la CNT, que empezó en 1927, y en el que la FAI desempeñó un papel muy importante. El relanzamiento comenzó con un pleno regional de la Confederación Catalana, en noviembre de 1927 en Sabadell. En el pleno, se crea un comité regional de Acción Revolucionaria con miembros tanto de la FAI como de la CRT catalana35. La CNT celebró una “Conferencia Nacional de Reorganización” en Madrid, los días 15 y 16 de enero de 192836. En la primera sesión de la conferencia, los delegados de la FAI propusieron que la nueva Confederación reorganizada aceptara los principios del MOA. Esa propuesta fue rechazada porque los demás delegados de la conferencia consideraron que sería preferible discutir asuntos ideológicos en otro momento “más oportuno”. La preocupación de la Conferencia tenía que ver con crear un fuerte movimiento revolucionario, por lo que la discusión de la propuesta de la FAI se pospuso hasta el siguiente congreso de la CNT. La Conferencia de Madrid dio apoyo cualificado a la trabazón al llegarse al acuerdo de formar un Comité Nacional de Acción Revolucionaria establecido en Barcelona, y un Comité Nacional Pro-Presos que residiría en Madrid. Ambos estarían formados por miembros de la FAI y de la CNT.

La Conferencia anuló el anterior Comité Nacional confederal. El nuevo Comité, con Juan Peiró de nuevo como secretario, se estableció en Barcelona, donde podría estar en contacto directo con el Comité de Acción Revolucionaria. Se acordó que si fuera imposible la actuación del nuevo Comité, se trasladaría a Sevilla, sede de la FAI. Siguiendo la conferencia, el nuevo Comité Nacional confederal dejó claro en una carta dirigida a la sección española de la FAI que, aunque siempre estuvieran de acuerdo con los “ideales anarquistas” de sus miembros, la reconstrucción de la CNT debería basarse en la “unión de todos los militantes” y cada afiliado confederal sería libre de expresar su punto de vista sobre cualquier cuestión37.

Por su parte, la FAI aceptó también que esa relación con la CNT, es decir la trabazón, se limitara a las áreas acordadas en el pleno de enero de la CNT. La sección española de la FAI (las otras dos secciones eran la Federación de Grupos Anarquistas de Lengua Española en Francia, FGALEF, creada en 1926, y la Unión Anarquista Portuguesa) dejó clara esa cuestión en una carta pública a la Federación Local de Grupos Anarquistas de Valencia. Los anarquistas valencianos estaban enfrentados a la CRT de Levante tras la reunión celebrada entre ambos en febrero de 1928, en la que la Federación había tratado de imponer los principios de la trabazón en el proceso de selección del Comité Regional de la CRT de Levante. La carta de la FAI aclaró que la trabazón no se extendía al actual Comité Regional confederal, sino que se limitaba a los Comités de Acción Revolucionaria y Pro-Presos38.
La operación de la trabazón y, específicamente, la relaciones entre el Comité de Acción Revolucionaria y el Comité Nacional de la CNT fueron objeto de un encendido debate en el siguiente pleno nacional, celebrado en Madrid el 29 de junio de 192839. El Comité Nacional confederal aceptó que la CNT se encargara de que los miembros del Comité Nacional fueran “de absoluta confianza desde el punto de vista anarquista”, lo que no sucedía por entonces. El Comité Nacional concluyó que las relaciones entre los diferentes comités deberían tener “una estrecha relación en las cuestiones revolucionarias e ideológicas”, pero “en los asuntos internos, la independencia del Comité Nacional” debería preservarse.

A pesar de la crítica implícita a su intervención en los asuntos sindicales, el Comité de Acción Revolucionaria aceptó esta postura40. El delegado de la FAI insistió en que debería mantenerse la trabazón, aunque las actas del pleno no especifican si se refiere a todas las cuestiones o sólo a las relativas a la organización de la revolución. Finalmente, el pleno acordó que el Comité Nacional de la CNT fuera independiente en los asuntos de interés exclusivamente sindical, pero:

“Considerando (…) que somos favorables a todo intento de derrocar la dictadura (…) [se propone que] mientras se mantenga su independencia, tanto la FAI como la CNT actuarán juntas para colaborar en cualquier intento, junto al Comité Nacional de Acción Revolucionaria, creado por ambas organizaciones. Los tres asumirán la responsabilidad de cualquier acción; una vez que se haya restaurado la normalidad, cada uno volverá a su posición legítima, y el Comité Nacional de Acción Revolucionaria desaparecerá”41.

Una vez más, la trabazón fue aceptada en principio, pero limitada a actuar para alcanzar el revolucionario derrocamiento de la dictadura. Aparte de esta tarea revolucionaria, cada organización disfrutaría de absoluta independencia en el ámbito de sus intereses: la CNT en los sindicatos, y la FAI en los grupos anarquistas. No obstante, una carta procedente del Comité Nacional de la CNT a la FAI en julio expresa que su deseo es que los anarquistas desempeñen un papel pleno en la reorganización de la Confederación, de modo que el anarquismo sea la fuerza que guíe su desarrollo:

“No queremos alejar al anarquismo de la Confederación, sino al contrario, deseamos que los anarquistas sean siempre quienes dirijan y guíen el movimiento obrero representado en España por la CNT (…) Así pues, los que levantaron el Comité Nacional quieren ver a todos los anarquistas de España en la CNT, para que ésta no se desvíe de sus principios42.
Aunque el Comité insistió en su independencia respecto a la FAI, también acogió la participación e influencia de los anarquistas en los sindicatos en su calidad de trabajadores. Se establece así una base clara de las relaciones entre la FAI y la CNT, que no fue exactamente lo que deseaban los defensores del MOA en la Federación, pero aseguró un papel en el futuro al anarquismo dentro de la Confederación. La CNT reorganizada no estaría dominada por el sindicalismo “puro”.

La actividad de la FAI no se limitó a la Península. Los militantes también se encontraban en Francia y en Bélgica, aunque debido a la creciente vigilancia de las autoridades en Francia a partir de 1927, la capacidad de actuación de la FGALEF era casi nula. Sin embargo, los exiliados en Bélgica no se vieron limitados y, entre los grupos afiliados a la FAI, estaba el Grupo Internacional de Estudios Sociales, establecido en Bruselas, cuya figura principal era el cada vez más ubicuo José Magriñá43. Ese grupo era responsable de la publicación de Rebelde, una versión española del semanario belga anarquista Rebelle. El primer número lanzó lo que sería de hecho la razón de ser del periódico: una campaña para la creación de una organización anarquista internacional, la Unión Anarquista Mundial, que se convertiría en una sección de la AIT44. Rebelde afirmaba que la ligazón entre los anarquistas y los sindicalistas internacionales era lógica porque la AIT era una “organización de trabajadores apolíticos” que “era el adalid de la acción directa” y tenía “un objetivo claramente anarquista”. El periódico invitaba a sus lectores a comentar sus propuestas y las respuestas procedían en gran parte de miembros de la AIT, la FAI, la FGALEF, la CNT y la UAP45. Por la AIT, Augustin Souchy invitó al periódico a enviar un representante al próximo congreso de la Internacional, que tendría lugar a finales de mayo de 1928 en Lieja, para discutir la cuestión46.

Sin embargo, la vinculación a la AIT dependía en primer lugar de la creación de una Internacional Anarquista, que sería el tema principal de discusión del Congreso Anarquista Internacional celebrado en Huizen (Amsterdam) en mayo de 1928. El Congreso había sido organizado por anarquistas holandeses con la intención de crear un Movimiento Internacional Juvenil Anarquista47. Más que incluir a jóvenes libertarios, los movimientos juveniles representaban el ala más radical del movimiento libertario en los países del norte de Europa, donde el anarquismo era poco menos que un entretenimiento intelectual48. La FAI no envió una respuesta oficial aRebelde, pero el informe del Comité Peninsular enviado al Congreso de Huizen dejó claro que se sumaban a las ideas del periódico. La FAI rechazaba en principio la idea de crear una Internacional Anarquista basada en una división, o divisiones, a nivel nacional. En lugar de eso, abogaba por la creación de una Internacional compuesta de federaciones internacionales, cada una de ellas representativa de las diferentes tendencias dentro del anarquismo, que a su vez podrían vincularse a la AIT mediante la creación de una comisión que representara a la totalidad del movimiento anarquista internacional49. El congreso acordó que era deseable la colaboración estrecha con las demás organizaciones libertarias internacionales, y propuso que los servicios de prensa del Bureau Internacional Antimilitarista (una organización libertaria antibelicista), la Internacional Juvenil Anarquista (IJA) y la AIT se fundieran. Sin embargo, se rechazó la propuesta de la FAI por impracticable50. Este rechazo refleja las diferencias entre los anarquistas españoles y los del norte de Europa, que predominaban en el Congreso. La principal diferencia era la primacía que otorgaban los españoles a las relaciones con el movimiento obrero, en oposición a cuestiones más teóricas51.

La decisión de formar una Internacional Juvenil Anarquista se aplazó al siguiente Congreso52. La FAI propuso que ese congreso fuera organizado por la francesa UAC con la ayuda de la FAI (o, más probablemente, de la FGALEF). Se rechazó esa propuesta y se decidió que el congreso inaugural de la IJA tendría lugar en Briesland, cerca de Berlín, en mayo de 1929. Al parecer no acudió ningún delegado español al Congreso y no volvió a publicarse información sobre la IJA en la prensa libertaria hasta marzo de 1931, con un artículo sin firmar referido a un futuro congreso a celebrar en Dinamarca53. La FAI parece no haber tenido más contactos con la IJA, que, por otra parte, tampoco tuvo una existencia muy larga.

Al no lograr apoyos para el Congreso de Huizen, la FAI intentó entonces convencer a la AIT para que aceptara sus ideas en el tercer congreso celebrado en Lieja del 27 al 30 de mayo. El delegado de la CNT para el Congreso fue Frago, posiblemente Carbó o Jean Frago (secretario general del Sindicato de la Construcción en París)54. Bruno Carreras representaba a los cuadros sindicales (grupos compuestos de sindicalistas españoles exiliados organizados dentro de la CGTSR) y Magriñá representaba a la FAI, pero sólo como observador55. La propuesta de Rebelde no se mencionaba directamente, aunque las relaciones entre las organizaciones anarquistas y sindicales fue el tema de discusión al final del día. El congreso aprobó un informe sobre “la actitud de la AIT en las organizaciones no sindicales que tenían las mismas ideas y métodos de lucha que la AIT”. El informe reafirmaba que la AIT era exclusivamente una organización sindical, y por tanto no podía formar parte de ella ninguna organización no sindical. Sin embargo, se acogería la estrecha colaboración con organizaciones anarquistas, aunque se establecía que sólo a nivel nacional. El informe felicitaba a la CNT y a la portuguesa CGT por haber “fundado una base de acción común” con la FAI, y llamaba la atención a los demás miembros de la AIT sobre el ejemplo de los compañeros ibéricos56. El informe concluía que sería de “gran ayuda moral y material para propagar nuestros ideales comunes” un acuerdo entre libertarios y autiautoritarios, y confió al Secretariado de la AIT la investigación de medios para estimular la acción común internacional 57.

El Congreso de Huizen fracasó en la formación de una Internacional Anarquista, mientras que el Congreso de Lieja había rechazado todo lo que no fueran relaciones estrechas entre organizaciones anarquistas y sindicales. Siguiendo este doble contratiempo, Rebelde aceptó la derrota y dejó su campaña58. Pero, a pesar de su desilusión, Magriñá aceptó que la resolución tomada en Lieja estaba “imbuida de espíritu libertario”59. El primer colega de Magriñá en El Productor, Miguel Jiménez, era más optimista. Para Jiménez, la propuesta de Rebelde había sido precipitada al tratar de promover las relaciones entre las organizaciones anarquistas y sindicalistas a nivel internacional antes de haberlas establecido a nivel nacional. Sólo cuando la trabazón se hubiera creado nacionalmente podría traspasarse al ámbito internacional. Además, la trabazón internacional sólo podría llevarse a cabo siguiendo la creación de una Internacional Anarquista que reuniera todas las escuelas del anarquismo al margen del movimiento obrero. Entonces, la Internacional Anarquista se uniría a la AIT por medio de la creación de comités y comisiones en áreas de interés mutuo para ambas Internacionales. Mientras, afirmaba, la FAI debería concentrarse en fortalecer sus lazos con la CNT60.

Sin embargo, en el verano de 1928, la reorganización de la CNT, relanzada a comienzos del año con el apoyo de la FAI, entró en dificultades. El primer contratiempo serio se produjo en julio con la detención de cientos de militantes, incluidos Peiró, Buenacasa, Herreros, Pestaña y Massoni, y el equipo editorial de Despertad61. En la mayor parte de los casos, las detenciones no duraron demasiado y fueron un simple recordatorio de su poder por parte de las autoridades. En los últimos meses de 1928 se produjo un problema más importante, cuando una huelga de la construcción en Sevilla provocó una fuerte reacción por parte de las autoridades, con más de 200 trabajadores detenidos62. La huelga, apoyada por el Comité Nacional de la CNT y por la FAI, fue derrotada. Además de las detenciones de Andalucía, se produjo un aumento de la represión en Vizcaya, Barcelona, Asturias y Galicia63. La represión continuada de militantes dirigentes de la CNT y de la FAI puso fin a sus esfuerzos conjuntos de reorganizar la CNT.

Los siguientes años estuvieron dominados por los debates sobre los intentos de Ángel Pestaña de engatusar a la CNT para que aceptara la legislación laboral introducida por Primo de Rivera, lo que hubiera supuesto la profesionalización de la CNT y el abandono de las tácticas de acción directa. La propuesta de Pestaña fue rechazada tras un encendido debate en la prensa libertaria entre él y Juan Peiró. La FAI se negó a entrar en la polémica, aunque el Comité Peninsular respondió a las reclamaciones de Pestaña, según las cuales su política interfería en el transcurrir diario de los sindicatos confederales, afirmando que la trabazón se limitaba a las áreas previamente acordadas en el pleno nacional de enero de 192864.

La prohibición de la CNT se levantó en abril de 1930, tres meses después de que la dictadura de Primo de Rivera fuera sustituida por la “dictablanda” del general Dámaso Berenguer. Uno de los rasgos más destacados de la reorganización de 1930 fue la casi absoluta falta de implicación directa por parte de la FAI. De hecho, la FAI había mostrado pocos signos de vida a finales de 1928, con la excepción de las federaciones regionales de Cataluña y Levante65. En abril de 1930, una circular del Comité Peninsular admitía que el funcionamiento de la Federación en su globalidad se había visto seriamente afectado tras la detención de un miembro de su secretariado, y la confiscación de los documentos que llevaba consigo, que incluían las direcciones de los principales miembros de la Federación. No hay datos ni de los nombres de los militantes detenidos ni de la fecha de la detención, pero es probable que la detención tuviera lugar en el verano de 192866. Tras las críticas a su inactividad, el Comité Peninsular se trasladó de Andalucía a Cataluña, a petición de los anarquistas andaluces a finales de junio o principios de julio de 193067. En una circular posterior, emitida en agosto, el Comité afirmaba que se había producido un notable incremento de actividad en la FAI, hecho demostrado por la aparición de una serie de periódicos anarquistas68. No obstante, la FAI permaneció relativamente desorganizada y apenas participó en la reorganización de la CNT69. Como hemos visto, la gran mayoría de los anarquistas se encontraba en la CNT, y no es una coincidencia que se creara la FAI durante un período en que la actividad confederal estaba prohibida. Tampoco es sorprendente que, durante la reorganización, la CNT tuviera más importancia que la FAI70.

La FAI tenía dos objetivos principales: crear un movimiento anarquista homogéneo y unido, y asegurar que ese movimiento mantuviera su influencia dentro del movimiento sindical. Un movimiento dividido no sería lo suficientemente fuerte para enfrentarse al derrocamiento de la Dictadura, y correría el peligro de seguir al movimiento francés en el abismo. El anarquismo separado del movimiento obrero sería un ideal revolucionario, pero no una fuerza revolucionaria. El MOA pretendía asegurar los lazos entre anarquismo y movimiento obrero mediante la fusión efectiva de ambos. Sin embargo, como Malatesta y otros afirmaron, eso tendría el efecto opuesto. Los anarquistas deberían dedicarse a propagar sus ideas a otros anarquistas, mientras que la masa de la clase trabajadora sería organizada por otros. La principal preocupación durante ese período fue la amenaza comunista. Ahora existía una alternativa revolucionaria al anarquismo (el socialismo de la UGT y del PSOE apenas puede describirse como tal) que pretendía hacerse con el control del movimiento obrero. Los anarquistas, por tanto, necesitaban no sólo asegurar su posición en los sindicatos, sino también estar en guardia frente a la infiltración comunista. Por eso no nos sorprende que adoptaran tácticas similares a las de los comunistas. La trabazón parecía ofrecer un medio de asegurar esa relación estrecha entre anarquismo y sindicalismo sin la amenaza de crear más divisiones, siempre que los anarquistas aceptaran las limitaciones impuestas por la CNT. La naturaleza limitada de la trabazón que se estableció con la CNT en 1928 representó un éxito para la FAI porque, aunque la CNT mantuviera su independencia en asuntos sindicales, se restableció la relación estrecha entre anarquismo y sindicalismo. Por otra parte, el único intento serio de lograrlo había sido la Plataforma, pero llegó demasiado tarde para resucitar el movimiento anarquista francés. En España, al menos, los anarquistas habían podido asegurar su posición en el movimiento laboral y mantener a los comunistas a raya. Los beneficios se verían en los años posteriores.

Este artículo fue publicado por primera vez en Germinal. Revista de Estudios Libertarios núm.6 (octubre de 2008)
Notas:
1.- E. López Arango y D. Abad de Santillán, El anarquismo en el movimiento obrero, Cosmos, Barcelona 1927, p.199-200.
2.- M. Buenacasa, “Nuevas aportaciones”, 5 de marzo de 1926; Magriñá, “El movimiento anarquista”, 11 de diciembre de 1925; Miguel Jiménez, “El movimiento obrero anarquista”, 26 de febrero de 1926; todos en El Productor.
3.- Enrique [sic] Malatesta, “Sindicalismo y anarquismo”: El Productor, 8 de enero de 1926. Malatesta se lamentaba de la mala traducción del título, que debería haber sido “El movimiento obrero y el anarquismo” en “Ancora su movimiento operario e Anarchismo”: Pensiero e Volontà, 1 de marzo de 1926.
4.- Errico Malatesta, “Ancora su movimiento operario e Anarchismo”: Pensiero e Volontà, 1 de marzo de 1926.
5.- Enrique [sic] Malatesta, “Sindicalismo y anarquismo”: El Productor, 8 de enero de 1926.
6.- Una postura similar a la expresada por Malatesta, pero desde una perspectiva más sindicalista, procede del veterano sindicalista asturiano Eleuterio Quintanilla, en una serie de artículos en Noroeste (un periódico regional de Gijón) en enero de 1926. Véase “La crisis del proletariado español. Sindicalismo no es anarquismo”, 9 de enero de 1926, y “La crisis del proletariado español. Política social y sindicalismo”, 13 de enero de 1926.
7.- Comité de Relaciones Anarquistas, “Un manifiesto anarquista”: El Libertario (Buenos Aires), 15 de diciembre de 1924.
8.- “A los anarquistas…”: Tierra (La Habana), 13 de noviembre de 1924, y El Libertario (Buenos Aires), 15 de diciembre de 1924.
9.- En los archivos de la policía francesa de París hay un informe sobre el Congreso, ANF, F/7/13443, 1925.
10.- “Manifiesto del Comité de Relaciones de los Grupos Anarquistas de Lengua Española en Francia”: Acción (suplemento al número especial), diciembre de 1925.
11.- La Plataforma se escribió originariamente en ruso; se publicó una versión en francés (traducida por Volin) en Francia, en junio de 1926, bajo el título “La Plateforme organisationnelle des communistes libertaires”. La primera edición en español apareció en Prismas, agosto de 1928, aunque en el número de junio apareció un cuestionario de Dielo Trouda relacionado con los asuntos suscitados en la Plataforma.
12.- IISG, Archivo Fedeli, File 175, 12 de enero de 1927. Los comentarios de Carbó fueron posteriormente expresados por Errico Malatesta que, a la vez que daba la bienvenida a las intenciones de los anarquistas rusos, criticaba la idea de formar una Unión General con una ideología rígida y definida que estaría reforzada por un comité ejecutivo, lo que sería el equivalente al “gobierno de una iglesia”, en “A propósito della Piattaforma”: Il Risveglio (Ginebra), octubre de 1927.
13.- Los tres miembros del Comité fueron Majnó, Chen y Ranko.
14.- La información sobre el Congreso está tomada de la obra inédita de Fedeli, Historia del Movimiento Anarquista: principios y métodos de organización, IISG, Archivo Fedeli, File 33.
15.- Los comentarios de Carbó y el apoyo generalizado que tuvieron en España las objeciones de Fabbri sugieren que los españoles rechazaron las propuestas rusas por las mismas razones que el italiano.
16.- Tras un mitin de militantes exiliados en Béziers, Agustín Gibanel fue enviado a Barcelona a reunirse con los de la FAI a finales de 1929 o principios de 1930 para discutir sobre la Plataforma. Sin embargo, por entonces, según Gibanel, la FAI no estaba interesada en el programa, en “A propósito de un proyecto de organización”: Acción Social Obrera, 14 de mayo de 1927, y “Fuera de Valija I y II”: Cultura Libertaria, 11 y 18 de marzo de 1932. Para el apoyo francés, véase R. Verter, “La Plataforma de Organización General de los Anarquistas”: Acción Social Obrera, 1 de junio de 1929. J. Manuel Molina, secretario de la FGALEF, escribió por entonces una carta a Gómez Casas diciéndole que la Plataforma tenía “muy pocos defensores” porque los anarquistas españoles “veían cualquier modificación o revisión con reservas”, Gómez Casas, Historia de la FAI (FAL et al., Madrid 2002), p.116, Carta de Molina a Gómez Casas, 31 de diciembre de 1975.
17.- Miguel Jiménez, “La Plataforma”: Acción Social Obrera, 6 y 13 de julio de 1929; la reacción de Abad de Santillán se había publicado previamente en La Protesta (suplemento semanal).
18.- Miguel Jiménez, “La Trabazón, la Síntesis y la Plataforma”: Cultura Proletaria (Nueva York), 12 de abril de 1930. Los artículos en Cultura Proletaria fueron publicados con la intención de aclarar la base ideológica de la FAI a los exiliados españoles que vivían en Estados Unidos antes de la afiliación a la FAI de los Grupos Anarquistas de Habla Hispana de Estados Unidos.
19.- Miguel Jiménez, “La Plataforma”: Acción Social Obrera, 13 de julio de 1929.
20.- Ibíd.
21.- El rechazo por parte de la AFA de los rígidos estatutos y regulaciones adoptados por la UACR en el congreso de París de 1927, Le Trait d’Union Libertaire (informe de la AFA) el 1 de enero de 1928. Para una historia de las divisiones dentro del movimiento anarquista en Francia causadas por los debates sobre la Plataforma, véase Maitron, op. cit., p.80-86.
22.- “La síntesis anarquista” de Faure estuvo muy influida, y no sólo como una elaboración de la “Síntesis” propuesta anteriormente, en 1924, por el anarquista ruso Volin, “De la Synthèse”: La Revue Anarchiste, marzo y mayo de 1924. Faure admitió abiertamente que no había descubierto nada nuevo y rindió homenaje a la obra de Volin, así como a otros trabajos similares del anarquista italiano Luigi Fabbri.
23.- S. Faure, “La Synthèse Anarchiste”: Le Trait d’Union Libertaire, 1 de marzo de 1928. [En el anterior número de Germinal publicamos una traducción de la Síntesis de Faure]
24.- Faure representaba esta idea mediante fracciones. Por ejemplo, si en una localización para cada individualista había dos comunistas y cuatro sindicalistas, eso se representaba como I.C2. S.4., y por tanto los sindicalistas tendrían tres veces más influencia en esa área que los individualistas, y dos veces más que los comunistas.
25.- Despertad, 14 de julio de 1928, y Verbo Nuevo, 10 a 25 de abril de 1928.
26.- En su tesis doctoral, Dolors Marín (De la llibertat per coneixer al coneixement de la llibertat. L’adquisició de cultura durant la dictadura de Primo de Rivera i la Segonda República Espanyola, Universidad de Barcelona, 1995, p.202 y siguientes) afirma que el anarco-individualismo fue una fuerza en los años 20 y 30 dentro del movimiento libertario global. Sin embargo, a la vez que se aceptaba que algunos ideólogos individualistas, como Ryner y Armand, tuvieran influencia, ésta fue de naturaleza limitada y no afectó directamente a los sindicatos. En el trabajo de Marín se corre el peligro de asumir que si un anarquista mostraba interés en la obra de un anarquista individualista específico eso lo convertía a él también en individualista, o influiría en sus opiniones sobre otras cuestiones. Sin embargo, los más conocidos de los entrevistados (Juan Ferrer, José Peirats, José Llop y Juan Molina) no pueden considerarse anarcosindicalistas. La crítica del individualismo en obras de anarquistas como la de los radicales Abad de Santillán y López Arango, op. cit., p.143-144 (en relación con Rusia), al sindicalista Juan Peiró, op. cit., p. 171, la relativa precariedad de artículos en relación con los de otros teóricos sindicalistas y comunistas, y la falta de cualquier referencia al individualismo en informes, artículos y libros por parte de miembros de la CNT hablan con claridad.
27.- Federico Pizana, “Síntesis o Entente”: Verbo Nuevo, 29 de mayo de 1928.
28.- “Un manifiesto de Sebastián Faure”: Despertad, 14 de julio de 1928.
29.- Magriñá, “Unidad”: Verbo Nuevo (Bruselas), 25 de abril de 1928. Otro ejemplo de la unidad recientemente descubierta fue la creación del grupo Solidaridad, que inicialmente estuvo formado por miembros de todas las secciones de opinión de la CNT, y tuvo como objetivo principal la publicación de un periódico, Solidaridad. Resultó imposible publicar el periódico y durante los debates sobre la Unión Moral, varios miembros abandonaron y el grupo vino a representar la tendencia sindicalista más cercana a Pestaña. Un ejemplo más fue la decisión de los tres periódicos libertarios de los exiliados españoles en Francia y en Bélgica, PrismasEl Sembrador y Rebelde de cerrar voluntariamente con el fin de reunir sus medios económicos para que la FGALEF pudiera publicar La Voz Libertaria.
30.- “Un manifiesto de Sebastián Faure”: Despertad, 14 de julio de 1928.
31.- “Síntesis del acta de la Conferencia Nacional celebrada en Valencia en los días 24 y 25 de julio de 1927”: La Protesta, noviembre 1927.
32.- El informe de la FAI no aparece en las actas del congreso. Se publicó una versión ligeramente modificada en Acción Social Obrera, el 6 y el 13 de abril de 1929 bajo el título “La Federación Anarquista Ibérica a la Confederación Nacional del Trabajo”.
33.- Comité Nacional-FAI. Sección Española, “Carta abierta de la FL de GG AA de Valencia”: Prismas, abril 1928.
34.- En una entrevista con Marín, op. cit., p.428, los miembros de la FAI de la época afirmaban que, durante la dictadura, la FAI no había tenido la “capacidad de decisión” que tendría durante los años 30.
35.- No hay documentación sobre el pleno regional. Sin embargo, la historia del Comité de Acción Revolucionaria se discutió brevemente en el pleno nacional celebrado en Barcelona el 29 de junio de 1928. “Confederación Nacional del Trabajo – Acta del Pleno Nacional celebrado en Barcelona el día 29 de junio de 1928”: La Protesta, 31 de agosto a 2 de septiembre de 1928.
36.- Ibídem.
37.- IISG, Archivo FAI, Film 181, Carta del Comité Nacional de la CNT a la sección española de la FAI, 15 de marzo de 1928.
38.- Comité Nacional – FAI. Sección española, “Carta abierta para la F.L. de G.A. de Valencia”: Prismas, abril 1928.
39.-La Federación Local acusó a la CRT de Levante de ser “sindicalista republicana” y enemiga de la FAI. La CRT levantina afirmó que la Federación Local estaba tratando de imponer sus ideas en organización regional sindical. La disputa fue el resultado de la falta de entendimiento de la Federación Local respecto a los acuerdos tomados en Madrid en enero, que limitaron la trabazón a los Comités de Acción y Pro-Presos. Este punto ha sido aclarado por los anarquistas catalanes Miguel Jiménez y J. Llop. Véase “Escisión”, Federación Local de Grupos Anarquistas de Valencia, marzo 1928; “Restableciendo la verdad”, Confederación Regional Levantina (el comité), mayo 1928, y para la intervención de los catalanes, “Aclaración que se impone”, M.J.H. y J.LL.V. (Jiménez y Llop), junio 1928.
40.- Según Elorza, op. cit., n.39 y 40, p.211-212, el comité de Acción Revolucionaria estaba controlado por anarquistas y fue obra de Armando Artal, Pedro Canet, Santiago Alonso y Antonio Blanco.
41.- “Confederación Nacional del Trabajo. Acta del Pleno Nacional celebrado en Barcelona el día 29 de junio de 1928”: La Protesta, 31 de agosto, 1, 2 y 4 de septiembre de 1928.
42.- IISG, Archivo FAI, film 181, Carta del Comité Nacional de la CNT a la FAI, 27 de julio de 1928.
43.- Magriñá afirma en una carta a Rudolf Rocker que todos los de esa publicación eran “militantes anarcosindicalistas de la CNT” aunque no dieran sus nombres, IISG, Archivo Rocker, film 189, Carta del grupo “Rebelde” (firmada por Magriñá) a Rudolf Rocker, 17 de marzo de 1928. Con Magriñá colaboraron Wolney, Solterra y Portos.
44.- Grupo Internacional de Estudios Sociales, “A todos los grupos y camaradas”: Rebelde, enero 1928.
45.- Gibanel apoyó la campaña de Rebelde, mientras que Peiró, aunque no formó parte de la campaña del periódico, acogió calurosamente la aparición del periódico Rebelde, enero de 1928. Muchos de los antiguos colegas de Magriñá en El Productor respondieron a la encuesta, pero no apoyaron la postura de sus colegas. Alberola, T. Cano Ruiz y Buenacasa argumentaron que la AIT era una organización de trabajadores y no una organización anarquista, aunque tuviera objetivos anarquistas y que, por tanto, los anarquistas deberían organizarse independientemente; José Alberola, “Respuesta a la encuesta”: Rebelde, junio de 1928; T. Cano Ruiz, “Respuesta a la encuesta”: Rebelde, marzo de 1928; y M. Buenacasa, “Anarquistas y Trabajadores”: Rebelde, abril-mayo de 1928.
46.- La opinión personal de Souchy era que “debería existir un entendimiento y acuerdo entre las fuerzas del anarquismo y el sindicalismo”, pero advierte que, aunque puede parecer natural entre los españoles la vinculación entre anarquistas y sindicalistas, no todos los miembros de la AIT disfrutan de esos contactos con los anarquistas en su país. Considera que el mejor medio para avanzar es que los primeros pasos hacia vínculos más estrechos se hagan sobre una base nacional, y no sobre una base internacional. Augustin Souchy, “Carta de la I.A.T. [sic]”: Rebelde, abril-mayo de 1928 (la carta está fechada el 15 de marzo de 1928). Por parte del ruso Alexander Schapiro (establecido en Francia) nos llega una crítica más categórica, al considerar el error de Rebelde al referirse a la AIT simplemente como una organización apolítica: “La AIT no es sólo apolítica, es sindicalista y sólo puede permitir organizaciones sindicalistas entre sus miembros” (en “AIT y Organización Anarquista”: Rebelde, abril-mayo de 1928).
47.- “International de La Jeunesse Anarchiste – Appel à tous les jeunes anarchistes”: Rebelle (Bruselas), noviembre de 1927.
48.- En 1932 se creó una Federación Ibérica de Juventudes Libertarias, aunque hasta el estallido de la guerra civil su influencia y extensión fueron limitadas.
49.- Comité Peninsular de la FAI, “La Federación Anarquista Ibérica a la Internacional de Juventudes Anarquistas – Holanda”: Rebelde, junio de 1928, y La Protesta, 12 y 13 de junio de 1928.
50.- Se pueden rastrear los orígenes de la IJA en 1923, cuando anarquistas procedentes de Austria, Holanda, Suecia, Inglaterra, Alemania, Bélgica, Dinamarca y otros países del norte de Europa celebraron el primer encuentro anual en Pascua. En 1927 se decidió celebrar un congreso internacional para crear la Internacional de Juventudes Anarquistas. El delegado de la FAI, “La I.J.A.”: Rebelde, junio de 1928. Dos delegados españoles acudieron al congreso, Solterra por la FAI, y otro por la FGALEF.
51.- Holanda, sede de la Internacional de Juventudes Anarquistas, ofrece el clásico ejemplo de las divisiones entre las organizaciones anarquistas y sindicalistas. Los anarquistas holandeses rechazaron el movimiento sindicalista nacional, NSV, porque lo consideraban reformista. Magriñá fue informado de esa actitud por el secretario de la Internacional de Juventudes Anarquistas holandesa en otoño de 1928. Véase R. Magriñá, “Desde el destierro”: Rebelde, septiembre de 1928.
52.- El congreso de Huizen estuvo de acuerdo con una declaración de principios que constituyera la base para una futura Internacional; de ello se encontró una copia en posesión de Tomás Espinosa y Avelino Semlios, los editores de La Voz Libertaria, que fueron detenidos por la policía en marzo de 1929, ANF, F/7/14720, PR, 11 de marzo de 1929.
53.- En una carta unida a la invitación, M. Stephens, secretario de la IJA, se queja de la falta de interés de la Internacional fuera de Holanda. Para el congreso de Dinamarca, véase “Tribuna libertaria”: Solidaridad obrera (La Coruña), 14 de marzo de 1931, y “Una encuesta y un congreso”: El Productor, 21 de junio de 1930.
54.- Jean Frago estaba muy en contacto con los anarquistas españoles exiliados en París, la mayor parte de los cuales trabajaban en la construcción, ANF, F/7/13443, PR, 5 de febrero de 1925.
55.- “El Congreso de la Asociación Internacional de Trabajadores”: Despertad, 13 y 20 de octubre, y 3 de noviembre de 1928 (se trata del informe de la delegación de la FORA). Magriñá escribió además un informe general sobre el congreso en “Impresiones y apuntes”: Rebelde, junio de 1928.
56.- El CGTP no había llegado a ningún acuerdo con la FAI, asunto que se trató en la AIT en una carta posterior, “La AIT y las organizaciones anarquistas”: Rebelde, julio de 1928.
57.- “Resolutions of the III International Congress in Liege, Belgium, at Whitsuntide 1928”, News Service of the IWMA, 6 de julio de 1928. La resolución se publicó en España en La Revista Blanca, el 1 y el 15 de agosto de 1928.
58.- “¿Fracaso?”, editorial de Rebelde, julio de 1928.
59.- R. Magriñá, “Las ideas y el sindicalismo V”: Acción Social Obrera, 8 de diciembre de 1928.
60.- Miguel Jiménez, “Respondiendo a una encuesta”: Rebelde, marzo, abril-mayo y junio de 1928, y “De la colaboración a la unidad”: La Protesta, 26 de octubre de 1928.
61.- En total fueron detenidos 80 militantes en Cataluña, 55 en Valencia, 67 en Madrid, 29 en Bilbao y otros muchos en otras partes del país, R. Magriñá, “Noticias de España”: La Protesta, 4 de septiembre de 1928.
62.- “La dictadura del sable”: Le Reveil du Bâtiment, enero de 1928. Una circular del Comité Peninsular publicada en Despertad en diciembre de 1928, pero fechada en noviembre de 1928, aporta noticias sobre la forzada inactividad del comité, así como lo defiende de las críticas procedentes de la FAI. Despertad, 15 de diciembre de 1928. Dos   circulares más, ambas fechadas en diciembre de 1928, hablan sobre la represión de Sevilla; Comité Peninsular de la FAI, “Bajo la dictadura militarista y católica” y “A todos los trabajadores”: Rebelde, junio de 1929.
63.- Comité de la CNT, “A los trabajadores y a la opinión pública”: Le Reveil du Bâtiment, septiembre de 1928. Véase también Comité Peninsular de la FAI, “Bajo la dictadura militarista y católica” y “A todos los trabajadores”: Rebelde, enero de 1929, y la circular del Comité Peninsular en Despertad, 15 de diciembre de 1928.
64.- Comité Peninsular de la FAI, “A todos los individuos y organismos adheridos a la Federación Anarquista Ibérica”: Despertad, 21 de agosto de 1929, y Cultura proletaria (Nueva York), 7 de septiembre de 1929, y Comité Peninsular, “La Federación Anarquista Ibérica ante la Confederación General del Trabajo”: Acción Social Obrera, 21 de diciembre de 1929. Pestaña hizo sus alegaciones en “Unas preguntas”: Acción Social Obrera, 15 de junio de 1929.
65.- Evelio G. Fontaura (pseudónimo de Vicente Galindo), “¿Qué hace la FAI?”: Acción Social Obrera, 15 de marzo de 1930. La Federación de Grupos Anarquistas de Levante afirmaba que la existencia de la FAI “había sido una ficción”; Comité de la Federación de Grupos Anarquistas de Levante, “A la opinión libertaria”: Tierra y Libertad, 31 de mayo.
66.- El miembro detenido debió de ser Vázquez Piedra, antiguo componente del equipo editorial de El Productor, que fue apresado en Valencia mientras viajaba desde Sevilla a Barcelona, véase Magriñá, “Movimiento internacional”: La Protesta, 4 de septiembre de 1928. En una carta a Gómez Casas, op. cit., p.108, Jiménez afirmaba que Vázquez Piedra había sido miembro del Secretariado de la Federación Nacional de Grupos Anarquistas antes de la Conferencia de Valencia, en la que se creó la FAI.
67.- Comité Peninsular de la FAI, “Puntualicemos”: Acción Social Obrera, 26 de julio de 1930. Un ejemplo del problema de comunicación entre regiones fue que el influyente anarquista andaluz Mefistófeles (evidentemente, un pseudónimo) descubrió que el Comité Peninsular había dejado Sevilla en 1931; Mefistófeles, “Sindicalista, anarquista”: Solidaridad Obrera, 12 de marzo de 1931. Según la Federación de Levante, la decisión de trasladar el Comité Peninsular a Barcelona había sido tomada sin consultar a las demás organizaciones regionales.
68.- Comité Peninsular, “A todos los anarquistas de la Península”: Acción, 23 de agosto de 1930. Tierra y Libertad y El Productor (Barcelona), y Redención (Alcoy) reaparecieron los meses posteriores a la caída de la dictadura de Primo de Rivera.
69.- El portugués anarquista Meridional escribió a principios de septiembre que Magriñá, ahora miembro de la CRT de Cataluña, le había dicho que la FAI estaba “moribunda”; Meridional, “¿Cómo se interpreta la fai [sic]?”: Tierra Libre, 13 de septiembre de 1930.
70.- Este punto fue propuesto por Evelio Fontaura en “¿Existe una organización peninsular anarquista?”: Tierra Libre, 4 de octubre de 1930. Un ejemplo de la influencia de la FAI fue el nombramiento de Manuel Sirvent, miembro del Comité Peninsular de la FAI, en el Comité Nacional de la CNT en junio. En mayo de 1930 se publicó un manifiesto conjunto de la FAI y la CNT en apoyo de los presos políticos y sociales, sugiriendo que la trabazón aún seguía en marcha (Acción, 3 de mayo de 1930).

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